Ayer, una clienta mía me dijo que no podía decidirse rápidamente a asistir a la sesión de GSR. Tiene algún tipo de sentimiento desagradable. Siente que, por un lado, quiere cambiar algo, pero por otro lado, es como si una voz interior le susurrara que ya está viviendo bien. Ese sentimiento en particular no es tan grave, con él se puede vivir, y no gastar dinero en la terapia. Aunque luego, durante la sesión, siente liberación, alivio y cambios importantes para ella misma, lamentando cada vez que estaba retrasando su visita al especialista GSR. Esta mujer me preguntó “¿por qué sucede esto?”
El hecho es que un ser humano ha vivido durante siglos sin la capacidad de cambiar nada en su psique. Durante este tiempo se han desarrollado los más poderosos mecanismos de supervivencia y adaptación de nosotros mismos hasta a los estados interiores más insoportables: las personas somos muy leales y solemos compensarnos perfectamente. Hemos aprendido a no mirar nuestros sentimientos, a vivir «cómo máquinas», a ahogar nuestros estados internos desagradables con comida, compras, con mucho trabajo, con adicciones, etc. La sociedad ofrece diferentes opciones para adaptarnos a nuestros estados. Prácticas reactivas de respiración profunda, deportes, meditación, afirmación son formas relativamente más «saludables» de adaptarnos.
De hecho, somos la primera generación de seres humanos como especie que recibió una oportunidad única y antes inexistente de tratar con nuestros sentimientos y transformarlos. Lo que significa transformarnos a nosotros mismos cambiando nuestra realidad. Nuestros padres aún no sabían cómo hacerlo, pero para nuestros hijos esto ya será la norma. Ya veo el ejemplo de mi hijo menor: él comprende que algo de su malestar interior se puede cambiar fácilmente; es una parte natural de su conciencia, visión del mundo, parte de su vida. “Mamá, me siento mal por dentro, anda por las hojas de papel”, es su frase habitual (ya que su madre hace sesiones GSR y le ayudan). Como «Mamá, quiero comer, dámelo».
Nosotros, como generación, estamos formando una nueva base de tratamiento con nosotros mismos, para nuestra vida propia y para nuestros descendientes. Superamos las resistencias internas, nuestra rigidez, inflexibilidad, cercanía y algo de nuestro primitivismo, diría yo. No es tan fácil para nosotros, porque nadie ha hecho esto antes, nadie tuvo la oportunidad de trabajar con sus estados a nivel de sentimientos (a niveles de comportamiento y pensamiento, sí, pero nada más profundo).
Es que la gente no tenía una herramienta, no tenía un acercamiento a sus tendencias familiares.
Y ahora lo tenemos. Este enfoque ya existe, se llama el método GSR. Así que somos, en cierto sentido, pioneros.
Parece interesante, ¿no?
A mi si, ¡es muy prometedor!