Deferencia entre tolerar y aceptar a los hijos

Una de mis clientas, madre de dos hijos, me preguntó: ¿cuál es la diferencia entre tolerar y aceptar a tu hijo tal como es?

Pensé que era una buena pregunta… Compartiré cómo yo lo entiendo, sin pretender  que sea la verdad absoluta.

La permisividad es un proceso que se basa en profundos problemas en la psique de los padres, donde son débiles y no pueden soportar algunas manifestaciones de sus hijos, no tienen la fuerza interna para estar atentos e interesados en las cuestiones de sus hijos. Un adulto en estos momentos no tiene suficiente conciencia ni recursos propios para garantizar la seguridad, el bienestar y guiar el crecimiento y desarrollo de su hijo. Todo el proceso se deja al azar.

Aceptar a un niño tal como es requiere de los padres unos elementos positivos: fuerza, estabilidad y capacidad de estar abiertos a las diversas manifestaciones de su hijo. La verdadera aceptación va “de la mano” de la responsabilidad: todo lo que le sucede al hijo depende completamente al 100% de los padres.

A menudo no es difícil para los adultos aceptar a su hijo mientras se porte bien. Pero tan pronto como un niño activo comienza a mostrar sus intereses, curiosidades, a querer algo y a experimentar este mundo; los padres, en muchos casos, rechazan algunas formas de comportamiento del niño, sus deseos, intereses, etc. Y también suelen trasladar la responsabilidad hacia el niño. Por ejemplo cuando un padre le echa la culpa a su hijo por meter los dedos en un enchufe. Esto sucede porque se activan las propias limitaciones internas de los padres: miedo a no ajustarse a algunos patrones sociales, alteraciones de pertenencia, momentos interiores de desagrado e inmadurez, etc.

Es difícil darle a tu hijo lo que tú mismo no tienes…

Nuestros déficits internos paternos de aceptación, amor, calidez y apoyo, que se remontan a nuestra propia infancia – así como a la niñez de nuestros padres, abuelas y bisabuelas – se manifiestan en el hecho de que no somos capaces de aceptar y apoyar plenamente a nuestros hijos. Y luego comenzamos a compensar nuestros déficits internos con algunos métodos de «crianza», «educación» e influencias externas sobre el niño.

Mientras que las relaciones más sanas con los niños se desarrollan cuando el padre siempre busca la razón de lo que le sucede al niño, ante todo, en sí mismo. Cuanto más equilibrado y con más plenitud sea un padre consigo mismo, más armoniosa será su relación con sus hijos. Porque los niños son nuestro espejo.

Como dicen, “no tiene sentido culpar al espejo…”

PD: existen muchos métodos para que los padres trabajen con ellos mismos; desde mi experiencia personal, estoy convencido de la alta eficacia del método GSR, gracias al cual mi relación con mis hijos ha mejorado radicalmente .

Irina Komarova

Me llamo Irina Komarova. Soy especialista de GSR. Tengo mucha experiencia, ahora también hago sesiones en línea en español. Soy experta y formadora de GSR. Puedo ayudarte a aprender hacer las sesiones GSR a ti mismo (se llama el Primer módulo de GSR). Vivo en Kazajistán. Tengo dos hijos.

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